Paranoia y espionaje en el Senado: Villarruel refuerza controles internos

La vicepresidenta ordenó barridos de micrófonos y controles de ciberpatrullaje mientras crece la tensión con Milei y Santiago Caputo.

La vicepresidenta, Victoria Villarruel, instrumentó un férreo control policial y de inteligencia en el Senado, en medio de un clima de extrema paranoia por su pelea con Javier Milei y, especialmente, con Santiago Caputo, quien controla la SIDE.

El jefe de Seguridad del Senado, Claudio Gallardo, realiza operativos sistemáticos de barrido en busca de micrófonos ocultos en el despacho de Villarruel. Esta práctica ya es comentario obligado entre senadores, asesores y empleados.

Al menos una vez por semana, una decena de agentes de inteligencia ingresan a la Cámara Alta con equipos sofisticados para escanear oficinas clave. “Van a lo de Villarruel y después directo al anexo, a la Dirección de Informática”, relató un asesor con años en el Congreso.

A medida que crece la confrontación de Villarruel con la Casa Rosada, aumenta la desconfianza. Un senador aliado admitió que Villarruel sospecha que la están espiando, por eso confió la vigilancia interna a Gallardo, ex miembro del área de Inteligencia del Ejército durante el mandato de Mauricio Macri.

El clima de control ya incomoda a senadores y asesores, que deben trabajar bajo estrictas medidas de seguridad inéditas en la Cámara Alta. En la última sesión, personal de seguridad impidió el ingreso de periodistas y fotógrafos hasta que hubo quórum, bloqueando incluso la Sala de Prensa, algo inusual en democracia.

La tensión es tal que un senador cercano a Villarruel contrató una empresa privada para revisar su propio despacho. Varios legisladores reconocen que ya evitan hablar de temas sensibles en lugares antes considerados seguros, como el comedor del Senado.

Además, una senadora señaló que la vigilancia se extendió a monitorear los movimientos de los empleados y de los propios senadores: “Detectamos que saben a dónde vamos, con quién nos reunimos, qué despacho visitamos”.

Sin una resolución formal que justifique estos controles, también se implementó un sistema de ciberpatrullaje y mayor control sobre las computadoras, ahora con doble validación de acceso. Un detalle ilustra el nuevo clima: en cada despacho se instaló una pantalla que muestra qué senadores están presentes en el Palacio y quiénes no. “Aparecemos en ese tablero buchón”, ironizó una senadora.

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