Luis Rueda: ¿el camaleón político de San Juan?

De leal uñaquista a aliado del orreguismo, la metamorfosis de un dirigente que incomoda a todos

El ex-subsecretario de la unidad de gobernación durante la gestión de Sergio Uñac (2015 – 2023), hoy diputado provincial que ingresó por el Frente Todos por San Juan, en representación de la alianza que se habia conformado y de la cual participò el partido del que hoy es presidente (Bloquista), Luis Rueda se ha ganado, a fuerza de giros estratégicos, varios apodos en el escenario político sanjuanino: “el camaleón”, “el saltarín”, “el traidor”. Y no es para menos. Su recorrido en la política local está marcado por los saltos de un sector a otro, por rupturas sorpresivas y por alianzas que pocos esperaban. Donde algunos ven cintura política, otros ven oportunismo en estado puro.

Desde sus años como figura cercana a Sergio Uñac – como intendente de Pocito, pasando por la vicegobernación y finalmente por la gobernación – , era uno de los cuadros prometedores del bloquismo y sin dudas del justicialismo provincial, pero todo hasta su actual alineamiento con el orreguismo, Rueda ha tejido una carrera tan volátil como efectiva. Fue protagonista de negociaciones clave, operador silencioso de armados internos y, últimamente, el protagonista de virajes que dejaron boquiabiertos a propios y ajenos.

Del “modelo San Juan” a «Cambia San Juan»

Rueda no solo cambió de discurso: también cambió de camiseta. Su cercanía con figuras del peronismo provincial  fue tal que llegó a ocupar espacios estratégicos dentro del esquema uñaquista, nada mas y nada menos que ocupó la Subsecretaría de la Unidad de Gobernación, y solo una puerta de acceso directo lo separaba del despacho privado del gobernador Uñac.

Sin embargo, y tras perder las elecciones el peronismo en el 2023 y resultar electo como legislador provincial del Frente Todos por San Juan, ni bien asumió comenzó a gestionar y tejer la fase del «salvence quien pueda» votando en consecuencia con el oficialismo que conduce Fabian Martín en la legislatura, y con el qué con el paso del tiempo supo limar las diferencias internas que los separó oportunamente, pero no así las ambiciones personales y, según algunos, “la falta de códigos”, lo empujaron a cruzar de vereda.

Hoy, muchos lo acusan de ser el cerebro detrás de acuerdos impensados, como los que selló con el orreguismo, a quienes años atrás criticaba abiertamente. Lo cierto es que Luis Rueda logró mantenerse vigente, aunque el costo fue alto: perdió la confianza de un sector amplio del PJ y del Bloquismo que preside y que no olvida su salida.

La traición como método

El mote de traidor no le molesta —al menos no públicamente—, pero circula en todas las mesas políticas. Militantes, excompañeros de ruta y hasta dirigentes con peso lo acusan de haber “negociado en la sombra” y de jugar a dos puntas durante procesos electorales claves. “Con Luis nunca sabés dónde está parado. Hoy te abraza, mañana te clava un puñal”, dicen desde el justicialismo.

¿Estratega o veleta?

Luis Rueda parece no tenerle miedo a los rótulos. Lejos de victimizarse, sigue operando en los pasillos del poder con la misma soltura de siempre. Algunos lo ven como un hábil negociador que supo sobrevivir a todas las tormentas. Otros, como un político sin convicciones, capaz de traicionar por una banca, una lista o una foto.

La historia reciente de San Juan lo tiene como protagonista silencioso de más de una jugada inesperada. La pregunta es: ¿hasta cuándo podrá seguir mutando sin que el electorado le pase factura?

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