La tensión en Medio Oriente volvió a escalar luego de que el presidente de Irán, Masoud Pezeshkian, exigiera una respuesta ante los ataques realizados por Estados Unidos contra instalaciones nucleares en territorio iraní. En una conversación telefónica con su par francés, Emmanuel Macron, el mandatario sostuvo que “los estadounidenses deben recibir una respuesta a su agresión”, según informó la agencia estatal IRNA.
La reacción oficial del gobierno iraní fue inmediata y categórica. Los bombardeos fueron calificados como “una violación indignante, grave y sin precedentes”, lo que anticipa un endurecimiento de la postura de Teherán en el plano militar y diplomático.
Desde Washington, el presidente Donald Trump confirmó los ataques y los definió como un “espectacular éxito militar”, aunque afirmó que “es la hora de la paz”. En contraste, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dejó en claro que su estrategia no cambiará: “Primero viene la fuerza, luego viene la paz”, sostuvo.
La comunidad internacional observa con creciente preocupación los movimientos en la región. El jefe del Estado Mayor israelí advirtió que el país debe prepararse para una “campaña prolongada” contra Irán, mientras que el gobierno de Netanyahu pidió a las potencias europeas mayor “firmeza” en el marco del diálogo nuclear que continúa en Ginebra.
El riesgo de una escalada mayor está sobre la mesa, con tres actores principales —Irán, Estados Unidos e Israel— desplegando discursos de fuerza en un contexto sumamente volátil.
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