INDEPENDENCIA, EL DÍA

¿Día de nuestra Independencia, lo somos?

 

Cada 9 de julio desempolvamos la palabra independencia como si fuera un estandarte reluciente que flamea sin grietas. Volvemos, al menos por un día, a esa casa tucumana donde un grupo de hombres, bajo la amenaza de un imperio y la esperanza de un pueblo, decidió cortar cadenas y proclamar lo impensado: ser libres.

Libres de la metrópoli, de la corona, del vasallaje. Pero, ¿y hoy?
En estos tiempos donde la libertad es slogan de campaña, trending topic y materia de disputa, ¿somos realmente independientes? ¿Qué tan emancipados estamos cuando cedemos nuestro pensamiento crítico a la inercia de la grieta?

El filósofo Paul Valéry escribió que “la libertad es una de esas palabras de odio que valen más que el significado”. Y algo de razón tiene: pocos conceptos se manosean tanto y se entienden tan poco. Porque libertad no es imponer mi verdad, sino convivir con la del otro; no es uniformar pensamientos, sino aceptar la disidencia; no es gritar más fuerte, sino escuchar mejor.

Hace más de dos siglos nos declaramos libres de un imperio, pero hoy nos cuesta serlo de nuestras propias cadenas. La intolerancia, el fanatismo, la imposición de relatos únicos. Nos volvemos fanáticos de nuestras ideas y verdugos de las ajenas. Y no, la pasión no está mal. Lo que asfixia es el exceso.

¿Hasta dónde somos independientes para pensar, disentir, decir sin miedo? ¿Cuánta libertad real tenemos si la mordaza no siempre es externa, sino que se construye en cada silencio forzado, en cada etiqueta que cancela al otro?

Quizá este editorial, cargado de preguntas, no tenga respuestas. Quizá sea apenas un intento de recordarnos que la independencia es una conquista diaria, no una fecha patria. Que emanciparse no es solo un acto histórico, sino un ejercicio constante de respeto, convivencia y pensamiento libre.

Y sí, esto lo escribe una persona. Por eso, claro, está lejos de ser objetivo.
Pero tal vez, en la honestidad de la pregunta, resida un poco de esa libertad que decimos celebrar.

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