Gildo Insfrán volvió a ganar las elecciones en Formosa este domingo, en medio de denuncias de irregularidades escandalosas, videos virales que muestran urnas “paseando” al baño y una total falta de transparencia. En este escenario, la diputada provincial Gabriela Neme se mantiene como la principal referente de la resistencia democrática en una provincia atrapada por una dinastía política que lleva casi 30 años sin alternancia.
Formosa vive bajo un régimen que muchos describen como feudal. Insfrán gobierna desde 1995 y no tiene intenciones de irse. Ahora, busca impulsar una reforma constitucional para habilitar la reelección indefinida, a pesar del claro rechazo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que declaró inconstitucional ese mecanismo.
Pero el poder absoluto se sostiene con métodos que cada elección vuelven a ponerse en evidencia. Esta vez no fue la excepción: las redes sociales se llenaron de videos donde se ve a una presidenta de mesa —identificada como militante oficialista— llevándose la urna a un baño, compra de votos, punteros que “acompañaban” a los votantes hasta dentro del cuarto oscuro, actos de patoterismo, amenazas y transporte de personas bajo presión para garantizar el voto cautivo.
“No es una elección, es una puesta en escena. Es un sistema perverso donde el poder se recicla a sí mismo a base de miedo, clientelismo y manejo de recursos públicos”, denuncia Gabriela Neme, una de las pocas voces que se atreven a ponerle nombre y apellido a la ruta del dinero Gildo: un esquema de desvío de fondos y obras públicas direccionadas para sostener el entramado de lealtades políticas.
No es la primera vez que Neme paga caro su valentía. En 2021 fue golpeada, detenida y esposada por protestar contra Insfrán en plena pandemia, cuando el gobierno provincial impuso restricciones extremas a la circulación de personas. Desde entonces, su voz se convirtió en referencia para cientos de formoseños que ya no creen en el relato del “modelo formoseño” y exigen alternancia, democracia real y respeto por la Constitución.
“Mientras Insfrán avance con su reforma para perpetuarse, nosotros vamos a multiplicar la lucha. Formosa tiene que volver a ser de los formoseños, no de una familia ni de un partido único”, afirma Neme, que ya prepara nuevas presentaciones judiciales y acciones políticas para frenar la enmienda constitucional y denunciar en todos los ámbitos nacionales e internacionales las maniobras del oficialismo.
La historia de Formosa guarda inquietantes paralelismos con San Juan, donde el exgobernador José Luis Gioja también intentó perpetuarse mediante la re-reelección, pero fracasó. Más tarde, Sergio Uñac —su delfín político— buscó reeditar la jugada intentando un tercer mandato consecutivo. La Corte Suprema le puso freno, marcando un precedente que terminó con 20 años de hegemonía peronista en la provincia cuyana.
El final de la era Uñac no solo dejó claro el límite a la ambición perpetua, sino que también expuso una gestión cargada de polémicas: contratos millonarios de obra pública adjudicados a empresas cercanas, gasto discrecional de recursos, manejos opacos, nombramientos 10 dias antes de dejar el poder a sus historicos amigos, en cargos claves como el Tribunal de Cuentas, entre otras cosas.
En Formosa, el feudo de Insfrán pretende esquivar esos frenos institucionales, pero la lucha de Neme y la ciudadanía alerta a todo el país. El resultado electoral del domingo mostró que el aparato oficialista sigue fuerte, pero también que la resistencia crece y se organiza.
“Formosa merece libertad, merece pluralidad y merece un futuro sin miedo. La ruta del dinero Gildo y todo el sistema de corrupción tienen que terminar”, insiste Neme, decidida a seguir adelante pese a amenazas, aprietes y una maquinaria de poder que controla la policía, la justicia y la legislatura como brazos de su dinastía.
Mientras Formosa pelea por democracia real, la experiencia de San Juan demuestra que los feudos no son eternos. Tarde o temprano, la Justicia y la voz del pueblo terminan marcando el límite.
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