En el peronismo sanjuanino, la definición de candidatos para las legislativas parece más un capítulo repetido que una trama novedosa. Y como toda serie larga, llega un momento en que los personajes deberían retirarse dignamente… aunque algunos prefieren seguir ocupando la pantalla.
El nombre de José Luis Gioja, “el Flaco” de la eterna militancia, vuelve a sonar con insistencia para encabezar la lista. Y con él, también resuena un murmullo que se transforma en grito: “otra vez no”. Jóvenes que sueñan con liderar, intendentes que no quieren cargar con una figura del pasado y militantes que saben que el 27 necesita algo más fresco que un cartel amarillento de archivo.
Porque el verdadero peligro de que Gioja sea candidato no es sólo electoral: es existencial para el peronismo sanjuanino. Significa condenar al movimiento a un loop sin fin, donde el futuro queda secuestrado por la nostalgia. El riesgo no es perder una elección, es perder generaciones enteras que ya no se ven reflejadas en ese espejo retrovisor.
Pero claro, Gioja insiste. Como si no hubiera semillero, como si San Juan necesitara otro revival del “viejo rockero” en vez de una propuesta que enamore a los votantes del presente. ¿Será que algunos creen que la historia siempre se repite, aunque la primera vez como epopeya y la segunda como caricatura?
El PJ sanjuanino debería preguntarse si quiere ser un museo de cera con figuras que ya cumplieron su ciclo, o un laboratorio político que fabrique futuro. Porque si el candidato es Gioja, la respuesta ya la sabemos: los jóvenes no militarán, los intendentes se alejarán y el peronismo quedará atrapado en un pasado que ya no moviliza ni entusiasma.
El peligro, entonces, no es que Gioja vuelva a la boleta. El verdadero peligro es que el peronismo crea que con él todavía tiene futuro.
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