El año 2025 se anticipa más áspero de lo previsto para La Libertad Avanza. Según estudios recientes, los macroéxitos del gobierno quedan lejos del umbral de percepción del 78 % de la población, que no percibe mejoras en su vida cotidiana.
La situación alcanza también a Karina Milei: su imagen negativa escala al 71 %, ocho puntos más que el mes anterior, y el 60 % de los consultados la asocia con corrupción por nepotismo. En los pasillos de Casa Rosada ya se habla de “la jefa”, una figura que opera como obstáculo para la credibilidad del proyecto libertario.
En el terreno institucional, la debilidad pesa: con mayoría minoritaria, 16 de 17 iniciativas clave enviadas al Congreso fueron rechazadas desde abril, incluyendo vetos a leyes de discapacidad, recortes en salud y ajustes educativos.
A pesar de ello, el núcleo duro mantiene lealtades: el 76 % de la derecha y el 79 % de los votantes de 2023 siguen respaldando a Milei. Las satisfacciones más altas se concentran entre hombres (44 %), adultos mayores (42 %) y clases medias bajas (45 %). La intención de voto proyecta 34 % para La Libertad Avanza frente a 29 % del peronismo, mientras que el 21 % de indecisos podría definir el resultado.
Bloomberg Línea advierte que el descontento económico y la desconfianza en la dirigencia política dominan el clima social. Entre discursos grandilocuentes y la consigna “Milei o el abismo”, la oposición avanza con el 57 % de votantes que planea sufragar para sancionar al oficialismo, reflejando una bronca acumulada que exige resultados concretos.
Para el líder libertario, la prueba de gobierno se intensifica: su proyecto transformador choca con una sociedad que demanda soluciones tangibles, que se sientan en el bolsillo, en la heladera y en la calle. La historia argentina advierte que, sin amortiguadores, la crítica puede volverse contra sus propios votantes. Octubre será un juicio donde los hechos deberán pesar más que las palabras.
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